Estoy pasando clases de yoga. La primer clase llegué y medio asustadita dejé mis zapatos donde estaban los del resto, saludé a la profesora y me dijo que vaya y saque una colchoneta y un bambú.

Saqué mi palito de bambú y nos fuimos al patio a hacer unos ejercicios, que luego ella nos explicó eran para trabajar un poco en la coordinación. Así que ahí estaba yo, haciendo girar el bambú, pasándolo por mi espalda y atrapándolo con la otra mano. Me sentía toda una ninja.

El palito se había convertido en un arma mortal en mis manos, jajaja, bueno así lo pensaba yo.

Luego pasamos adentro a hacer ejercicios más yogueros.

Hay cierta jerga que sí es bueno conocer antes de empezar, para evitar pasar papelones.
Por ejemplo, se saludan todos diciendo Pax. Pax and love, respondí.

Después muy tranquila nos decía "Toquen su plexus solar", y yo me preguntaba "¿aquí delante de todos?" Luego ya me dijo que eso era 3 dedos arriba del ombligo.

Luego pasamos al verdadero ejercicio, ahí me di cuenta de que había perdido mucho de mi flexibilidad. Hay algunas posiciones que todavía yo las considero...imposibles. Luego hay otras posiciones bien ricas (del yoga) que sentía que me eliminaban toda la tensión de la espalda.

Lo interesante es manejarse entre el dolor y el esfuerzo que te exiges y la relajación que supuestamente debes conseguir.
"Lleven la tensión mental a la frente", nos decía, yo no tenía idea de que era la tensión mental, pero como soy capísima igual la llevaba.

Después de todos los estiramientos, vino el espacio para la meditación. La verdad es que sí, llegué a relajarme bastante ahí echadita con los ojos cerrados, tanto que a ratos sentía que mi cuerpo se iba acomodando de costadito como pa' tomar la siesta, pero soy fuerte y resistí la tentación.

Ya voy dos semanas, y en otro post les contaré de las clases con pelotas y lenguas tocando la nariz.